Para mí la educación tiene que ser efectiva, sobre todo. Entiendo por efectiva aquella educación que no se basa en aprobar o en suspender, sino en aprender de forma real. Sacar un 10 en un examen y olvidar el contenido a la semana siguiente, no sirve de nada. Por desgracia, el sistema tiránico de calificaciones empuja a los alumnos a memorizar para alcanzar la mayor nota, pero esto es culpa del propio docente por hacer un examen inflexible en el que este tipo de prácticas da mejores resultados. Denota cierta pereza el hacer el típico examen de preguntas o temas concretos en los que la mejor nota se la lleva el texto que más se parece al libro o a los apuntes. Los exámenes deberían ser una prueba de que saben aplicarse los conocimientos y no de que se sepan acumular sin una finalidad concreta. Luego nos parece extraño que los alumnos nos pregunten para qué sirve eso.
Mi escala de valores a partir de los cuales educar sería:
1. Sinceridad
2. Respeto
3. Efectividad de los conocimientos
Si antepongo la sinceridad y el respeto a aquello que guarda relación directa con la educación, es porque considero primordial inculcar esos valores a pesar del tercero, ya que si el alumno considera que los conocimientos impartidos no son los adecuados para su futuro, al menos, cuando abandone los estudios, habremos formado a una persona íntegra.
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